10 Esculturas de piedra y mármol que nos dejan sin aliento
Como canteros, cuando admiramos una obra escultórica, a menudo también nos cuestionamos aspectos como el origen de los materiales o por qué estos han sido elegidos en vez de otros. Simplemente por nuestra profesión no lo podemos evitar.
A la hora de valorar una escultura, en primer lugar, tenemos en cuenta la dificultad técnica de ejecución que viene marcada por la época en que se llevó a cabo la obra, los materiales utilizados y los elementos técnicos de los que se disponían.
Finalmente, la influencia de la obra en la sociedad, la fijación en los pequeños detalles y acabados, y sobre todo la capacidad de transportarnos a través de la imaginación a otros mundos son aspectos que nos conmueven y valoramos muchísimo.
Es casi imposible enumerar obras que nos emocionan sin dejarnos ninguna. Sin embargo, haremos un esfuerzo para recopilar algunas de las más significativas para nosotros. Esperamos que te gusten.
“El Moisés de San Pietro in Vincoli” de Michelangelo
Michelangelo es uno de los artistas más reconocidos de la humanidad. Símbolo de la época renacentista, tal era su genialidad que triunfó en todas las artes que practicó: tanto la arquitectura, la pintura y como no, la escultura.
Todas sus obras desprenden una naturalidad y perfeccionismo fuera de serie. Entre algunas de sus esculturas que más boquiabiertos nos dejan, no nos podemos olvidar de «La piedad», «El David» o «La Madonna de Brujas».
Sin embargo, si tenemos que escoger sólo una nos quedamos con «El Moisés», obra situada en la iglesia de San Pietro in Vincoli. La escultura, de mármol blanco, fue realizada entre 1513 y 1515, y concebida para formar parte de la tumba del papa Julio II.
La representación de la ira en las facciones de Moisés, el relieve de sus venas en brazos y piernas, los pliegues de la vestidura… en definitiva, la fidelidad en todos los detalles que componen la figura nos dan la impresión de que de un momento a otro Moisés se levantará de manera solemne y alzará la voz.
Crédito de la imagen: Gabri Solera via Flickr
“Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni” de Gian Lorenzo Bernini
Gian Lorenzo Bernini fue sin lugar a dudas uno de los máximos exponentes del arte barroco. Muchas de sus obras presentan escenas de carácter dramático y religioso que no dejan indiferente al espectador.
“El hermafrodita durmiendo», “El éxtasis de Santa Teresa” o “Apolo i Dafne” son ejemplos representativos de su magnificiencia como escultor.
En este caso queremos realzar la importancia de la obra «El éxtasis de la beata Ludovica Albertoni», una creación realizada entre 1671 y 1674. Hecha principalmente de mármol blanco de Carrara, se puede encontrar en la iglesia de San Francesco a Ripa, en Roma.
En la obra se representa Ludovica Albertoni, una mujer noble de Roma de fuertes convicciones religiosas y recordada por tener visiones místicas, postrada sobre un colchón en un momento de comunión espiritual con Dios.
Los numerosos detalles de gran realismo en las facciones de la mujer, en la vestimenta y en el colchón no pasan por alto. Tampoco lo hace la composición magistral de la obra, que utiliza la luz natural a través de dos pequeños ventanales escondidos y genera un rayo de luz de carácter celestial. Todos estos aspectos hacen que ésta sea una creación muy especial y difícilmente olvidable.
“Las tres gracias” de Antonio Canova
Antonio Canova fue un escultor italiano muy influyente y uno de los máximos referentes del arte neoclásico. Muchas de sus obras, como la icónica «Eros y Psique», son auténticas maravillas con unos acabados impecables.
Aquí nos centraremos en la obra «Las tres gracias», de la que hay dos versiones: la primera de ellas está expuesta en el Museo del Hermitage de San Petersburgo y está tallada en mármol veteado; la segunda se puede encontrar en Londres y está esculpida con mármol blanco.
Las representaciones de las tres elegantes figuras femeninas están basadas en una pintura de Canova del año 1799. Las líneas esbeltas de las diosas, unidas en un solo abrazo, desprenden un enorme refinamiento y belleza que nos deja embobados.
Crédito de la imagen: ketrin1407 via Flickr
“El Cristo velado” de Giuseppe Sanmartino
Giuseppe Sanmartino tuvo una larga y prolífica carrera como escultor que quedó inmortalizada gracias a esta obra realizada en 1753 y actualmente expuesta en la capilla Sansevero, en Nápoles.
La escultura representa el cuerpo de Jesucristo sin vida, tumbado y cubierto de un finísimo velo transparente que le recubre todo el cuerpo. Bajo el velo se puede percibir perfectamente el rostro y las marcas generadas en la crucifixión.
El acabado del velo es sensacional y ha sido estudiado posteriormente para tratar revelar cómo se alcanzó tal nivel de perfección. Sea como sea, nos maravilla perdernos entre los detalles de esta escultura de mármol.
Crédito de la imagen: get directly down via Flickr
“Venus de Willendorf” de autor desconocido
La obra más antigua y de menor tamaño de este recopilatorio data de la época del paleolítico. La figura, de sólo 11 centímetros de altura, representa una mujer desnuda con unos pechos, abdomen y cintura muy voluminosos. Estas características dan a entender que esta figura de piedra caliza era una representación de la fertilidad y que seguramente había sido utilizada como amuleto.
Teniendo en cuenta la antigüedad de la obra, la falta de conocimientos técnicos del momento y la relevancia adquirida a nivel social esta es indudablemente una escultura que merece gran admiración. A día de hoy la puedes encontrar expuesta en el Museo de Historia Natural de Viena, en Austria.
“La eterna primavera” de Auguste Rodin
El escultor francés Auguste Rodin es considerado el padre de la escultura moderna por alejarse de la imitación de la naturaleza y dar espacio a la interpretación de la misma. No son pocas sus esculturas que se han convertido en iconos universales, como por ejemplo «El pensador» o «El beso». No obstante, en este listado nos centramos en la belleza de la escultura de «La eterna primavera».
Esta creación de 1884 adquirió tanta fama que Rodin creó varias réplicas en bronce y mármol. La escultura nos transporta inmediatamente a un instante de felicidad y pasión por parte de unos jóvenes amantes que se dan un beso eterno. El posado grácil y la tensión que emanan sus cuerpos hacen de esta una obra maestra.
“La noche” de Arístides Maillol
«La noche» es una estatua de bronce ubicada en el jardín de las Tullerías de París. Se muestra una mujer sentada, con las rodillas levantadas que le sirven de apoyo a los codos y para esconder la cabeza entre los brazos, seguramente en actitud reflexiva o de descanso.
La obra transmite armonía y, a pesar de ser una escultura moderna, recuerda los modelos de la escultura griega. Precisamente las ideas arcaicas griegas y la búsqueda de la armonía proveniente de la naturaleza son rasgos característicos de la carrera de Arístides Maillol que se ven perfectamente representadas en esta estatua.
“La diosa” de Josep Clarà
«La diosa» es una de las obras más destacadas de Josep Clarà, escultor catalán novecentista. Tanto es así que se han hecho varias copias de esta escultura, se ha convertido en un emblema de Barcelona y se conserva una copia en un punto tan simbólico como la plaza de Cataluña de la misma ciudad.
La figura de la diosa es una representación de la belleza femenina y transmite una gran serenidad. La forma sinuosa de la silueta de la mujer, su puesto elegante y la sensación de calma que desprende su rostro ofrecen como resultado una obra muy bella.
“El desconsuelo” de Josep Llimona
«El desconsuelo» de Josep Llimona es una de las piezas modernistas más emblemáticas del arte escultórico catalán. La escultura original de mármol se conserva en el Museo Nacional de Arte de Cataluña aunque se puede encontrar una copia en el Parque de la Ciutadella de Barcelona.
En la obra podemos ver una mujer desnuda, arrodillada y medio caída con el rostro cubierto por la cabellera. Es una representación sobrecogedora de un momento de dolor. Pese a que no podemos ver la cara de la figura femenina, esto no nos priva de parar un rato a reflexionar y empatizar ante esta situación de pérdida y desconsuelo.
Crédito de la imagen: Silverfin75 via Wikipedia
“San Antonio Abad” de Manuel Cusachs
Esta obra tiene una gran carga emocional para nosotros ya que tuvimos el inmenso placer de participar en las diferentes fases de su creación. Es una escultura elaborada con travertino romano, de cuatro metros de altura y situada actualmente en el ábside del templo de la Sagrada Familia.
La escultura está dedicada a San Antonio Abad, patrón de los animales. De aquí a que con la mano izquierda la figura sostenga un lechón. La envergadura, solemnidad y el estilo diferencial sugerido por el magnífico artista Manuel Cusachs; nos siguen maravillando a día de hoy.
Esperamos que con esta muestra hayas podido descubrir esculturas que desconocías y que te hagan soñar. Por si es de tu interés, te dejamos también una selección de obras de piedra en las que hemos tenido la suerte de participar. Si crees que podemos colaborar o quieres contactar por algún otro motivo, puedes hacerlo a través de este formulario o por teléfono.